¡Shagané, mi dulce Shagané!
Será porque sea del norte,
me dan ganas de hablarte del campo,
del centeno rizado a la luna.
¡Shagané, mi dulce Shagané!
Será porque sea del norte,
y la luna, allí es mucho más grande...
Aunque sea muy bello el Shiraz,
las vegas de Riazán, son mejores.
Será porque sea del norte.
Me dan ganas de hablarte del campo.
Mis cabellos los cogí al centeno;
átalos a un dedo si quieres,
que dolor no siento ninguno.
Me dan ganas de hablarte del campo.
Del centeno rizado a la luna,
por mis bucles tendrás una idea.
Bromea y sonríe, querida,
pero no despiertes el recuerdo
del centeno rizado a la luna.
¡Shagané, mi dulce Shagané!
Hay en el norte una muchacha,
que se parece a ti tanto...
Tal vez de mí se acuerde.
¡Shagané, mi dulce Shagané!
Шаганэ ты моя, Шаганэ!
Потому что я с севера, что ли,
Я готов рассказать тебе поле,
Про волнистую рожь при луне.
Шаганэ ты моя, Шаганэ.
Потому что я с севера, что ли,
Что луна там огромней в сто раз,
Как бы ни был красив Шираз,
Он не лучше рязанских раздолий.
Потому что я с севера, что ли?
Я готов рассказать тебе поле,
Эти волосы взял я у ржи,
Если хочешь, на палец вяжи —
Я нисколько не чувствую боли.
Я готов рассказать тебе поле.
Про волнистую рожь при луне
По кудрям ты моим догадайся.
Дорогая, шути, улыбайся,
Не буди только память во мне
Про волнистую рожь при луне.
Шаганэ ты моя, Шаганэ!
Там, на севере, девушка тоже,
На тебя она страшно похожа,
Может, думает обо мне...
Шаганэ ты моя, Шаганэ!
«¿Querrían los rusos la guerra? / al gris silencio, preguntad, / al álamo y al abedul, / -a los soldados, preguntad-, / que yacen solos en sus tumbas, / sus hijos les responderán / por qué no quieren los rusos la guerra. ¿Querrían los rusos, / querrían los rusos, / querrían ...»
«Toda la tierra azota la tormenta, / Desde un confín al otro, la tormenta. / Sobre la mesa, ardía una vela, / Ardía una vela. Así como revuelan en verano / Los mosquitos en torno de la lámpara, / Se agolpaban los copos de la nieve / Contra el panel de la ventana. La borrasca trazab...»
«El viento azotaba la tierra entera, / por todos los confines. / En la mesa ardía una vela, / una vela ardía. Igual que los enjambres de palomillas / buscaban las llamas durante el estío, / los blancos copos desde el patio / volaban hasta la ventana. En los vidrios la borrasca / es...»
«A veces, me parece que los soldados / no regresaron de los campos sangrientos, / y nunca fueron enterrados en la tierra, / sino que se convirtieron en grullas blancas. Desde aquellos tiempos lejanos hasta hoy / vuelan y nos llaman con su voz… / Si no, ¿por qué tan frecuente y tristeme...»