Cuánta hojarasca se ha amontonado. Son los pulmones de nuestros árboles,
Desoladas, aplanadas burbujas de oxígeno,
El techo de los nidos de los pájaros, sostén del cielo en verano,
Alas de mariposas torturadas, ocre y púrpura de un anhelo,
En la vida preciosa, en la discordia y la reconciliación,
Caigan a tierra oblicuamente, ardan en las hogueras, redúzcanse a cenizas,
Barquillos de sílfides tontas yacen bajo nuestros pies. Pero hijos
De los pájaros del norte vuelan al sur, sin despedirse de nadie,
Hojas, hermanas mías, dénme una señal, que al cabo de medio año
Su verde reemplazo vestirá los árboles desnudos.
Hojas, hermanas mías, inspírenme plena confianza
En mi fuerza, en la buena vista y en el tacto,
Hojas, hermanas mías, refuércenme en esta vida,
Hojas, hermanas mías, sosténganse en las ramas hasta la nieve.